Minutos después de bajar de la rampa instalada frente al Monumento a la Bandera, no se les borraba la sonrisa ni a Miguel Reginato ni a su hijo “Miguelito”. Es que ambos habían vivido, como todos los competidores que largaron el Dakar 2014, momentos muy emocionantes en la ceremonia de partida simbólica en Rosario. “Fue indescriptible. Recibimos saludos, pedidos de foto, nos regalaron muñequitos, autos, nos desearon suerte. Grandes y chicos. Nos hicieron sentir como si fuéramos estrellas de rock”, contó el piloto de la camioneta Toyota Hilux.
“Estoy impresionado por la cantidad de gente que asistió a la largada. Creo que desde las que se hicieron en Rosario que no veía algo así. La difusión que hicieron de la carrera fue excelente y eso se notó”, señaló Miguel. Y su hijo completó: “cuando nos estábamos acercando a la rampa, la adrenalina corría a mil y las pulsaciones se aceleraron. Escuché gente que gritaba mi apellido en forma de aliento”.
Hoy, a los representantes tucumanos les espera lo que fueron a buscar: competencia. “Para eso vivimos, entonces manos a la obra.”